Todas estamos en esa rueda de hacer, conseguir, tener, yo también por supuesto, pero la práctica continuada de mindfulness nos permite un pequeño vislumbre, de que otra manera de vivir esta vida es posible. Todo aquello que tiene un carácter neutro por común, por disponible, puede convertirse en instantes de belleza que nos nutren, que nos hacen sentir parte de este mundo.
El cuerpo es el primer fundamento del Mindfulness. La psiquiatra Tara Brach, dice que la Aceptación Radical empieza por un nivel tan básico como es hacernos conscientes de las sensaciones que tienen lugar constantemente en nuestro cuerpo.El cuerpo es nuestro hogar y por tanto debemos habitarlo.
Salir a la calle, darte cuenta de que te duele, que a lo mejor caminas más despacio, pero que también puedes mirar al cielo y ver una nube, aquí y ahora, ese instante de plena consciencia. Y así, con paciencia, con una actitud apreciativa hacia la vida, abrimos espacios de libertad, abrimos “claros en el denso bosque de la vida” como dice la maestra Martha Postlewaite en su poema Clearing.
La presencia es muy potente, cuando te sientes presente te sientes empoderada/o. Ya no da igual si entras en un espacio o no, porque eres consciente de que estás ahí, tú, justo ahí.
Aceptamos también para dejar atrás el orgullo que nos hace creernos omnipotentes, las vidas perfectas con final feliz dignas de una película de Navidad. En realidad, no hay final, hay momentos, circunstancias, idas y venidas, rodeos, atajos…
en un retiro de silencio y práctica de mindfulness, se difumina la barrera entre la práctica formal y la práctica informal. Todo se convierte en una práctica de meditación
uidamos con amor a nuestras hijas e hijos, cuidamos de nuestros padres, madres, pareja, amistades, suegras, suegros. De una u otra manera pensamos en ellos, estamos pendiente de ellos. Y esto está bien. Sin embargo, no puede suceder a costa de nuestra salud, a costa de nuestro equilibrio, a costa de nuestra plena existencia.
El tiempo vivido plenamente. A Pia contemplar el jardín le ayuda a reconocer–Se en el cambio, en lo impermanente, en lo inevitable que queremos dejar siempre para después.
Volvemos a la casa de nuestro cuerpo, volvemos a ese espacio – tiempo, que es solo para ti, donde puedes notar cada respiración, cada latido, cada sensación.
Imagina por un momento, una vida en la que desde nuestra infancia se nos inculque esta cultura del agradecimiento en vez de crecer pensando que todo esta disponible para el uso y disfrute sin más.
Mindfulness, Coach emocional, Practitioner en Programación Neurolingüística (PNL), formación en Hipnosis Ericksoniana, maestría interior en Reiki, Socióloga