Empoderamiento sin cuentos de hadas

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La mayor parte de nosotras nos creímos el cuento de hadas….

Dice Marcela Lagarde, gran antropóloga feminista en su obra maestra sobre el empoderamiento femenino “Para mis socias de la vida” que no se puede dar lo que no se tiene. Sin embargo, muchas de nosotras crecimos con los cuentos de hadas y pensamos que el amor nos encontraría en los brazos del príncipe azul y solucionaría nuestra vida por siempre jamás.

Desde hace ya casi 3 años me dedico a trabajar con grupos de mujeres, trabajamos desde el Coaching y Mindfulness con perspectiva de género, para el empoderamiento, es decir, poniendo esa mirada diferente sobre todo lo que nos concierne, para ver cómo se ha construido socialmente y por lo tanto, cómo nos afecta de manera diferente a mujeres y hombres. Pues bien, durante este tiempo no hago más que corroborar algo que ya había leído en los libros feministas, y no es ni más ni menos el hecho de que las mujeres tenemos todavía que recorrer un largo camino para el empoderamiento.

Cuando hablo de empoderamiento, me refiero siguiendo las definiciones de Naciones Unidas al “proceso mediante el cual las mujeres asumimos el control sobre nuestras vidas, establecemos nuestras propias agendas, adquirimos habilidades (o somos reconocidas por nuestras propias habilidades y conocimientos), aumentando nuestra autoestima, solucionando problemas y desarrollando la autogestión, desarrollando autonomía.

Y este es un camino que tenemos que recorrer cada una de nosotras. Una parte del camino es común por nuestra condición de mujeres, ya que tenemos que desmontar estereotipos de género y creencias limitantes que nos patrocina la sociedad por nuestra condición de mujeres, y otra parte, la principal, es individual y tiene tantos matices como mujeres hay en el mundo.

Sobre esta última parte del camino me quiero centrar, la parte que cada una de nosotras tenemos que recorrer para sentirnos libres y relacionarnos con los demás desde esa libertad.

Porque como decía Marcela Lagarde, no se puede dar lo que no se tiene. Y las mujeres lo damos todo y nos quedamos sin nada. Nos hemos creído los cuentos de hadas y hemos pensado que nos bastaba con el Amor. Y sí, el amor está muy bien, pero tiene que empezar por una misma. ¿Cuánto nos cuesta esto a las mujeres, ponernos en primer lugar incluso de manera simbólica?. Por eso cuando pregunto a las mujeres qué es lo más importante de sus vidas, la mayoría de ellas, pone a los otros en primer lugar, y ella, ni siquiera se tiene en cuenta.
Ponernos en primer lugar, dedicarnos tiempo, adquirir habilidades, formarnos, invertir dinero en nuestro progreso, pensar en nosotras mismas, viajar, aprender a estar solas y disfrutar con ello, sentirnos completas, sentirnos capaces, emprender negocios, arriesgar, hacer dinero y gastarlo, tomar decisiones…… cada día, en nuestra vida cotidiana, ahí es donde se está jugando el verdadero partido del empoderamiento, en lo cotidiano.
Amar desde la libertad de cada una, amar en igualdad, no desde la carencia, desde la falta, amar porque nos amamos y nos queremos. No sentirnos en deuda de amor ni con la pareja ni con los hijos e hijas. No pedir permiso para vivir como sintamos que queremos vivir. No tener que ocuparnos de todo para ser amadas. Elegir, decidir, exigir, hablar, razonar, pensar, sentir. Abriendo los ojos y respirando el presente que cada día se despliega ante nosotras.

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