Las   mociones nos trasmiten continuamente mensajes importantes para nuestra vida cotidiana.

Por ejemplo, cuando experimentamos emociones desagradables, esas que no nos gusta sentir, pero que están ahí, significa que algo no marcha bien en nuestra vida, o hay algo a lo que tendríamos que prestar atención, y sin embargo, lo estamos ignorando.

 Quizás es un agravio no resuelto, o una tristeza no expresada, o a lo mejor un miedo difuso que nos atrevemos a confesar, o que ni siquiera sabemos con certeza de dónde proviene, pero que nos tiene continuamente paralizados.

No es fácil, escuchar y sentir estas emociones que nos desagradan, pero su información es básica y muy valiosa para ponernos en marcha en la dirección apropiada.

Sobre todo, es importante prestar atención a esos sentimientos recurrentes. Esas reacciones casi inconscientes que aparecen una y otra vez en mi vida. Pueden surgir cuando veo a alguien, o cuando me hacen ciertos comentarios, o cuando estoy ante una determinada situación.

Y es ahí cuando tenemos que darnos cuenta qué reacción hay en nuestro cuerpo. Qué me ocurre. Quizás me contraiga porque siento miedo, o me cierre y esconda porque siento tristeza o me hincho como un globo para atacar si es un enfado.

Después, una vez sentida la emoción, nuestra razón, el pensamiento, lo podrá explicar, lo  podrá racionalizar.

Pero atención, es importante dejarse sentir la emoción antes de permitirle a la mente que la justifique. Digo esto, porque nuestra mente nos engaña mucho más que nuestro cuerpo. El cuerpo siente, no engaña, pero la mente sí, y además es muy hábil y sabe muchos trucos, pero: no es infalible.