Cada vez que me siento a hacer una práctica de atención plena, solo estoy conmigo. ¡Vaya! lo escribo y parece fácil, pero mi práctica me dice que no lo es.
Siempre es un acto valiente, incluso cuando lo deseo más que nada. Al sentarme en la quietud del cuerpo, la mente continua con sus pensamientos. A veces pasan muchos minutos hasta que se ralentizan y empiezo a hacerme más consciente
Uso de cookies
Este sitio web utiliza cookies. Si continúa navegando acepta nuestra política de cookies.