Me gustan las personas y me apasiona trabajar con ellas.
Considero que al nivel de la identidad, todos somos intrínsecamente buenos, que fundamentalmente, todos tenemos intenciones positivas.
Para mí es importante reconocer y aceptar la bondad y el potencial intrínseco en toda persona.
Creo que toda persona se encuentra en su particular viaje hacia su mejor yo.
Estoy plenamente convencida de que cuanta más luz proyecte esa persona, más luz habrá en el mundo.
Sé, que mi presencia y mi atención plena e individualizada, junto con mi capacidad para “ver” a los demás, les ayudará a liberar de forma natural sus potencialidades más profundas.
Para mí, la persona con la que estoy es preciosa. Es un ser humano importante, único y valioso, que merece toda mi atención y todo mi reconocimiento y toda mi aceptación incondicional.
En mi relación con las personas me gusta comportarme tal y como soy.
Soy más eficaz cuando puedo escucharme y aceptarme con tolerancia y ser yo misma.
No esperes de mí, juicios, evaluaciones o consejos. Tan sólo déjame comprenderte y acompañarte en tu proceso de desarrollo.
Confío plenamente en que cuánto más aceptada se siente una persona, más fácil le resulta alejarse de los mecanismos de defensa que le impiden avanzar hacia su propia maduración como ser humano completo.
Considero que nuestra plenitud es un proceso, no un estado estático.
Considero la relación que se establece en un proceso de coaching, como un espacio sagrado.