Te imaginas lo que significaría que te pudieras decir: de acuerdo: ¡No puedo con todo!, yo también soy vulnerable
Pues te lo voy a poner fácil, imagina que llevas una mochila colgada a tu espalda y dentro de esa mochila hay un montón de piedras grandes y pesadas, muy pesadas. Todos los días, por la mañana te cuelgas tu mochila con tus piedras. A veces ya ni las sientes de lo acostumbrada que estás, pero de lo que sí te vas dando cuenta es que te encuentras cansada, a veces incluso agotada. Duermes, pero esa sensación no se pasa, te acompaña día tras día.
¿Te resuena lo que acabas de leer?
Pues entonces es el momento de que te digas alto y claro: Sí, yo también soy vulnerable y no puedo con todo. Ya está, así de fácil.
Reconócete el derecho a la vulnerabilidad
Lo primero que tienes que hacer es reconocerte el derecho, ATENCIÓN, que digo el derecho a la vulnerabilidad. Esta parte es sólo para ti. Es un diálogo contigo misma.
Esto no significa que seas débil, ni inferior, ni menos, significa que tienes miedos y dudas, significa que no eres perfecta, significa que puedes fallar y además te das permiso para ello. Cuando te das permiso para equivocarte, te alejas del perfeccionismo como exigencia de vida y todo se relaja un poco más. De repente te darás cuenta de que ya no empujas a la vida, si no que te dejas fluir en ella.
Quítate la máscara
El siguiente paso sería quitarte la máscara de “puedo con todo”. Si el primer paso es darte cuenta, el segundo es que se empiecen a dar cuenta los demás. Es el momento de permitirte los errores, los olvidos, el momento de decir que no, porque estás descansando o simplemente porque te dedicas tiempo para ti.
Date cuenta de tus necesidades
El tercer paso es fundamental, después de reconocerte que no puedes con todo, después de hacérselo ver a los demás, llega el momento de hablar contigo misma, con ese diálogo interno y sincero. Llega el momento de decirte: ¿qué necesito? ¿cómo me lo puedo dar? ¿quién puede ayudarme?
Son sólo 3 pasos, ninguno es sencillo, pero te prometo que son muy liberadores. Al final se trata de reconocernos auto-dependientes. Significa que reconozco mis carencias y necesidades como mías (no las NIEGO) y puedo ver la manera de solucionarlas, de pedir ayuda.
Como dice J. Bucay, “soy protagonista de mi vida, pero hay más actores”
Mindfulness, Coach emocional, Practitioner en Programación Neurolingüística (PNL), formación en Hipnosis Ericksoniana, maestría interior en Reiki, Socióloga
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