Belleza y presencia en lo neutro de la vida: mindfulness con género

Mindfulness es una forma de ser y estar en el mundo, y sé, que esto puede sonar pretencioso, pero para mí, es una certeza.

Mindfulness es una disciplina, un entrenamiento de nuestra mente – corazón, que nos invita a vivir desde una presencia serena, amable y apreciativa.

Y hoy quiero poner el foco en es actitud que cultivamos con mindfulness cada vez que nos sentamos en soledad, con nosotras mismas para hacer una práctica de meditación o nos tumbamos junto con otras personas para hacer unos movimientos conscientes. La invitación es a darnos cuenta y apreciar nuestro cuerpo tal y como es, apreciar la grandeza de cada respiración, apreciar el hecho de sentirnos vivas/os.

Vivimos en un mundo al que le gusta capitalizar todo, por eso no valora suficientemente aquello que simplemente está, aquello que ya se nos ha dado por el hecho de existir y que no tenemos ni que trabajar ni pagar por ello. El aire, los ríos, la luz del sol, la misma tierra, las flores que vemos cuando paseamos por el campo, los pájaros atravesando el cielo o las mimas nubes, con sus formas increíbles.

Mindfulness nos invita a tener una mirada apreciativa hacia la Vida, hacia lo vivo. Una mirada que ponga en valor cada vez que respiras y paseas por un parque, por un bosque o por un camino entre cultivos.

Apreciar lo que tenemos, aquello que está a nuestra disposición, pero que nuestra ajetreada forma de vida, dirigida por esos deseos de consumir, de conseguir, de figurar, de tener no nos permite hacerlo.

Todas estamos en esa rueda de hacer, conseguir, tener, yo también por supuesto, pero la práctica continuada de mindfulness nos permite un pequeño vislumbre, de que otra manera de vivir esta vida es posible.

Entrenarnos en la disciplina de la atención plena puede ser asombrosamente transformador. Puede suponer empezar a liberarnos de los deseos propios y ajenos que nos impulsan a conseguir más, a creer que de eso depende nuestra valía. Salir de vacaciones se convierte en una opción no indispensable, consumir ya no es un imperativo. Podemos descubrir que la felicidad también se encuentra sentada en un banco contemplando el movimiento de las hojas verdes en las copas de los árboles. Descubrimos nuestra propia valía, un sentimiento muy potente que nos empodera, que nos ayuda a sentirnos centradas, completas/os.

Todo aquello que tiene un carácter neutro por común, por disponible, puede convertirse en instantes de belleza que nos nutren, que nos hacen sentir parte de este mundo.

Y esto no significa quedarnos paradas, inactivas/os. Mindfulness es profundamente transformador, por ello, nos moveremos, encontraremos trabajos, formas de ganarnos la vida de una manera digna, pero sabremos que lo más importante no depende del dinero, lo más importante está ahí, al alcance de tu mano, en tu próxima respiración consciente cuando te das cuenta de que estás viva/o y lo agradeces y desde ahí, encontraremos la manera de darnos a este mundo, como dice el verso del poema “Clearing” de Martha Postlewaite, encontraremos la manera de contribuir al bien común que empieza siempre por una/o misma/o.

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