Un dÃa encontré en mi vida una persona estupenda, empezamos a salir, nos gustamos, nos hicimos amigos, cada vez salÃa más con él y menos con mis amigas, luego nos casamos, tuvimos hijos, mi ocio era compartido, salÃamos todos juntos, o yo con mi marido y otras parejas. Mi vida se centró cada vez más en mi pareja y en mis hijos. TenÃamos amigos comunes, ocio común, hijos comunes……
Un dÃa de repente nuestra relación de pareja se rompió y me encontré que no sólo se habÃa terminado mi relación con él, si no que también, se habÃa terminado mi ocio, se habÃan terminado mis amistades porque eran comunes, y de repente, me encuentro que no tengo vida, porque en realidad nunca la tuve, siempre vivà por y para otros. Y era feliz, no digo que no, pero ahora que estoy sola, me doy cuenta de que no sé cómo vivir mi vida, ni siquiera sabÃa que tenÃa una vida propia, ya no sé qué es lo que me gusta, porque siempre pensé en lo que nos gustaba, nunca me sentà la protagonista de mi vida, porque para mi, siempre fueron primero los otros (mi marido y mis hijos).
Esta historia que es de ficción, puede ser mi historia o tu historia, o la historia de tantas mujeres que aprenden a vivir su vida para otras personas.
Muchas veces la historia no tiene que ver con una ruptura de pareja, tan sólo tiene que ver con tantas mujeres que en el inicio de su vejez miran hacia atrás y se dan cuenta de que siempre, siempre, se pusieron en segundo plano, de que siempre se ocuparon de conceder los deseos de otras personas y se olvidaron de que ellas también los tenÃan, tantas mujeres que siempre hicieron las comidas preferidas de sus maridos o de sus hijas, pero que nunca se plantearon cuál era su comida preferida.
Escribiendo esto, me siento triste, también un poco enfadada, porque no es justo que la sociedad nos niegue el protagonismo de nuestras vidas. Y digo la sociedad, porque nos guste o no, nacemos hombres o mujeres y este hecho azaroso, significa crecer y vivir en un entorno que te planteará unas exigencias, que te ofrecerá unos patrones de comportamiento bien distintos, según seas hombre o mujer. Y en esto, a la vista está que las mujeres nos llevamos la peor parte. Aprendemos a darnos sin poner lÃmites, realmente borramos los lÃmites entre nosotras y nuestras familias. Quedamos diluidas en las vidas de los otros, y un dÃa, cuando esos otros no están, nos sentimos unas extrañas en nuestras propias vidas.
Por todo esto, cuando trabajo con grupos de mujeres me gusta hablar del sano egoÃsmo.
Ese ponernos en el primer lugar de nuestras vidas. Ese tomar conciencia de que la persona más importante de tu vida eres tú.
Y esto significa sentirte una mujer completa, que elige libremente relacionarse con los demás sin diluirse. Una mujer que es consciente de su vida, de lo que le gusta y de lo que no le gusta. Una mujer que mantiene una esfera de libertad siempre. Una libertad, que le dará autonomÃa para relacionarse con los demás sin perderse.
Sabiendo que es ella, la que sostiene su vida y, que aunque todo lo demás se desmorone, ella, sigue sosteniendo su vida.
Asà que, te propongo que te pongas esta camiseta y empieces a:
Salir más con las amigas…….sin parejas ni maridos, ni hijos.
Ir un dÃa al cine tu sola……que sÃ, de verdad, que no pasa nada.
Darte un paseo por el parque……asÃ, porque te apetece.
Visitar esa exposición que te gusta…….sÃ, tu sola, será genial.
En definitiva, a darte cuenta de lo que te gusta…….y hacerlo.
Porque tú eres la protagonista de tu vida
Mindfulness, Coach emocional, Practitioner en Programación NeurolingüÃstica (PNL), formación en Hipnosis Ericksoniana, maestrÃa interior en Reiki, Socióloga
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