Surfeando las olas con Mindfulness

He tenido la suerte este verano de acercarme unos días al mar. Para las personas que vivimos en la ciudad, la amplitud que ofrece el horizonte en el mar es algo muy valioso. Al menos lo es para mi. Me encanta esa sensación de infinito, de no poder ver todo lo que hay enfrente de mi. Es una sensación que me conecta con todo lo que es más grande que yo y así, me sirve también como cura de humildad. Y cuando creo que puedo abarcarlo todo o controlarlo todo, recuerdo ese horizonte y reconecto con mi limitada capacidad de ser humano. 

Hay muchas cosas que aprender en cada ocasión. En Mindfulness todo queda dentro de la práctica y esto es algo de lo que te das cuenta en la medida que conectas con esta forma de vivir. 

Una tarde de viento, sentada en la playa, mirando el mar, contemplando el cielo vistiéndose de puesta de sol, me fijaba en la gente que estaba haciendo Surf. A veces me quedo como hipnotizada y me doy cuenta de cuánto podemos aprender de ello. He escuchado y leído en muchas ocasiones, una frase del maestro Zen vietnamita Thich Nhat Hanh, que dice, que vivir desde mindfulness es como aprender a surfear las olas. 

Este verano, esa tarde, estando presente mientras veía a los surfistas, entendí completamente el significado de esa frase. Vivir, surfeando las olas. La gente que hace Surf, cuando se adentran en el mar con la tabla, avanzan hacia dentro y luego llega la espera. Una espera paciente, en calma, esperan la ola que saben que va a llegar y se preparan con su cuerpo y su mente para afrontarla. Una vez que llega, saben que no pueden atravesarla, tienen que acompañarla, subir y bajar y volver a subir mientras dura. Después de nuevo hacia dentro, y de nuevo la calma y la espera con paciencia sabiendo que llegará otra ola y que de nuevo tendrán que acompañarla. No se trata de dominarla, la acompañan, no hay vencedores ni vencidos, solos compañeros de trayecto. 

Y en la vida, en realidad pasa lo mismo. A veces hay periodos de calma y toca esperar con paciencia, preparando el cuerpo, la mente, el corazón, porque sabemos, que en algún momento llegarán las olas y tendremos que surfearlas. Las olas de la tristeza, de la alegría, del amor, del miedo, y también de la incertidumbre, como el momento en el que estamos viviendo. Y no se trata de dominar, de ganar, de vencer, aunque a veces sea ese el lenguaje que escuchamos. No, a la vida hay que surfearla con la tabla bien preparada, con todos los recursos internos preparados. Incluso sabiendo que a veces nos caeremos de la tabla y sabiendo también que volveremos a subir para seguir surfeando. 

Mindfulness nos ofrece una manera distinta, consciente y valiente de vivir. Así que, a surfear. 

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