Todo cambia: experiencias de un retiro de silencio y mindfulness

Quiero contarte algunas vivencias del retiro de silencio y práctica de mindfulness que tuvimos hace una semana en Becerril de la Sierra. Algunas fueron compartidas al final, cuando retomamos la noble palabra y por fin nos miramos, nos hablamos tras dos días de noble silencio. Y una de las cosas más comentadas y que a mi también me llamó la atención, tiene que ver con el cambio, con lo que en mindfulness se denomina impermanencia. La Naturaleza nos ofrece constantemente ejemplos de cambio, de inestabilidad, el día y la noche, los cambios a veces brutales entre las estaciones, tan enormes que pueden hacer que un mismo lugar nos parezca completamente distinto. Pero también cambios sutiles y rápidos, por ejemplo, una flor, que un día está en fase de capullo, al día siguiente en pleno esplendor y al poco aparece desolada, marchita. Todo cambia, nosotros también, cambian nuestras circunstancias familiares, laborales, las amistades, cambia nuestro cuerpo, cambian nuestras ilusiones…y, sin embargo, seguimos resistiéndonos al cambio, no queremos envejecer, no queremos que nuestros hijos e hijas se hagan mayores, no queremos que nuestros mayores se vayan y así podríamos seguir casi infinito, te dejo que añadas tú tus propios apegos. Sin embargo, resistirnos es una tarea abocada al fracaso. Durante el retiro, compartimos entre otras muchas cosas, dos prácticas de meditación que nos ayudan a hacer presente la impermanencia aceptándola como parte de nuestra propia naturaleza y también nos ayudan (y aquí entra con fuerza todas las enseñanzas de Mindfulness), a encontrar un centro, un lugar en calma, una estabilidad que, sin aferrarnos, nos ayude a transitar por esta vida humana llena de cambios. Y esto nos conecta de lleno con la humildad. Reconociendo que nada es para siempre, aceptando que estamos de paso, que es nuestra mente y sus pensamientos la que se aferra y no quiere soltar, dejar ir. Esta consciencia, nos ayuda a vivir plenamente el presente. Un momento presente completamente transitorio. Y cuando te das cuenta de esto, aparece la gratitud. La toma de conciencia de cada momento, el poder vivir plenamente desde que te despiertas por la mañana hasta que te duermes en la noche, despierta la gratitud. Y entonces, das gracias por cada flor que se abre sabiendo que mañana morirá, por cada pájaro que te obsequia con su trino, por cada paso que puedes dar, por el sol que te calienta y el aire que te refresca. Agradeces cada comida porque te das cuenta de que te alimenta y te nutre el alma. Entonces, es cuando te dejas llevar y el Amor lo impregna todo y al menos durante un fin de semana todo se hace relativo, fácil, simple y a la vez poderoso

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