Envejecer es un proceso natural e inevitable que forma parte de la vida. Hay alternativas como comentamos en los talleres, pero no son muy halagüeñas.
En la mayoría de las sociedades tribales, envejecer era señal de respeto. Se valoraba la sabiduría que te enseña la escuela de la vida. Hoy día, sabemos que no es así, y aunque el proceso de envejecimiento se ralentiza y alarga, acaba llegando y haciendo que las personas que envejecen se sientan un estorbo.
Como es habitual, vamos a mirar con perspectiva de género este proceso y vamos a ver cómo es envejecer para las mujeres. Fijaos que hemos dicho, que es un proceso natural e inevitable y, sin embargo está elevado al rango de ¡horror! para las mujeres. En realidad, no se nos permite envejecer, ¿que quién?, la sociedad patriarcal, organizada desde la supremacía masculina que pone a la mujer en un segundo nivel, a no ser que la eleve al pedestal en su condición de (belleza, instinto maternal, conciliadora, cuidadora, etc)
¿Cómo sucede esto?, pues a través de los programas de televisión, las revistas (atención al photoshop, las películas, novelas, la industria de la estética, etc) En realidad es cansado y terrible porque si te paras un instante a tomar conciencia, te das cuenta de que siempre, se nos dice a las mujeres cómo tenemos que vivir, así que también nos dicen cómo NO tenemos que envejecer. La relación con el físico y especialmente con el cuerpo, es muy compleja para muchas mujeres durante toda su vida, intentado alcanzar metas de belleza y delgadez impuestas por la sociedad y a las que es difícil resistirse. Por eso, al hecho de hacerse mayor, las mujeres tienen que añadirle el coste de su deterioro físico. (Manchas en la piel….cremas blanqueadoras, flacidez, cremas, masajes tonificantes y dolorosos, aumento de peso quizás, dietas, dietas y dietas, arrugas, cremas y quirófano) En fin, terrible panorama. Cuando empezamos a vivir desde mindfulness, desde el enfoque de la atención plena, tomamos conciencia de nuestro ser completo, tomamos conciencia de la vida en toda su dimensión, también en lo desagradable e inevitable. Nos entrenamos, en tener otra relación con la Vida y desde ahí, también con la enfermedad, con la salud, y con la vejez. Aprendemos a confiar en el cuerpo, aprendemos a habitarlo y relacionarnos en él desde la amabilidad, el cariño y la conciencia de que es nuestra “casita” para vivir. Agradecemos y confiamos, una y otra vez. Pero además, para las mujeres hay otra terrible y pesada piedra sobre sus cabezas. Dejamos de poder cuidar a los demás y pasamos a ser dependientes del cuidado de otras/os. Y esto es muy duro para muchas mujeres. He escuchado a muchas mujeres mayores decir: “no quiero ser una carga”, ellas que han “cargado” con todo y todos durante su vida, llegan a los 80 años y no confían o no sienten que puedan ser susceptibles de recibir todo ese cuidado y cariño que han dado. Esta es la ironía del “Ser mujer” en una sociedad cargada de estereotipos sexistas, que solo entiende de maquillajes y lugares comunes. Mindfulness nos ayuda a envejecer. Mindfulness nos empoderahttp://coachingcongenero.com/mindfulness-empodera/ y nos eleva al rango de seres humanos completos tan solo por el hecho de existir.
Mindfulness, Coach emocional, Practitioner en Programación Neurolingüística (PNL), formación en Hipnosis Ericksoniana, maestría interior en Reiki, Socióloga
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