En los cursos de Mindfulness y especialmente en el MBSR (que es el curso oficial de 8 semanas para la gestión del estrés), realizamos prácticas formales de movimientos conscientes del cuerpo utilizando posturas o asanas sencillas de Hatha Yoga.
Jon Kabat – Zinn es profesor de yoga y cuando construía el protocolo del MBSR no dudó ni un momento en incorporar esta práctica ancestral como parte importante del curso, invitando a las personas participantes a practicar tanto en la clase como en casa unos sencillos movimientos de Hatha Yoga. Y lo hizo, porque es una poderosa práctica de conciencia corporal en la que mente y cuerpo tienen que trabajar juntos.
La práctica de Yoga consciente como nos gusta llamarlo en el mundo del Mindfulness, no es solo un ejercicio físico, que también, ya que estira y moviliza la musculatura, los huesos y con todo ello las fascias. Es también un ejercicio mental que requiere concentración, atención, centramiento y calma. El Yoga en el ámbito del Mindfulness invita a la paz con una misma, al conocimiento del cuerpo y sus límites. Invita a tratarlo con cariño y amabilidad, reconociendo lo que hoy puede dar de si, sin intentar forzar ni querer saber que podrá dar de sí mañana.
El estrés que es la gran enfermedad de nuestros días comienza en nuestra mente y va impregnando todo el cuerpo con sus secuelas. Contracturas, lesiones, rigideces. Con el Yoga consciente movilizamos el cuerpo y calmamos la mente, ayudándola a estar presente con la experiencia momento a momento.
No hay ningún lugar al que llegar cuando practicamos meditación y tampoco cuando practicamos Yoga en el ámbito del Mindfulness. El objetivo no es realizar la postura, por muy estética que pueda resultar, el objetivo es la propiocepción, el autoconocimiento, habitar el cuerpo como el lugar que tenemos para vivir. El cuerpo es uno de los fundamentos del Mindfulness. Todas las prácticas formales de meditación tienen que ver con el cuerpo, con sus sensaciones. El cuerpo es la resonancia de nuestras emociones, todo tiene que ver con el cuerpo y en realidad lo tenemos muy abandonado, por muchas cremas, masajes y dietas que hagamos. Tenemos mucho que agradecerle a nuestro cuerpo. En primer lugar que respira, sí, el cuerpo respira, ¿acaso pensabas que lo hacías tú? Practicamos Yoga consciente coordinando la respiración, con ello, calmamos el ritmo cardiaco y la mente. Aflojamos tensiones, muchas de ellas involuntarias, la boca siempre en calma como decía mi profesora de Yoga. Conocer el cuerpo y la mente, es uno de los aprendizajes del Mindfulness, el aprendizaje más potente. Estando consciente, estamos presentes en nuestra vida, y las dos cosas que siempre nos acompañan, cuerpo y mente, se mantienen unidas, centradas. Aprendemos a habitar el cuerpo y a no identificarnos con la mente, con los pensamientos. Es como vivir más presente en cada experiencia, es conectar con la sensación de vivir más allá de lo que los pensamientos te cuentan. Si bebes un sorbo de té, darte cuenta de la temperatura, del sabor, del aroma, del contacto de la taza al rozar los labios. Cuando elevamos lentamente los brazos, conscientes de la respiración, de los músculos que participan del movimiento, cómo trabajan, el calor que generan, cómo repercute el movimiento en otras zonas, qué partes no colaboran y pueden estar relajadas. En realidad, aprendemos a poner tensión en aquello que lo necesita y no utilizarla de manera gratuita y continua. La vida siempre puede ser más sencilla, solo tenemos que tomar conciencia y entrenarnos.
Mindfulness, Coach emocional, Practitioner en Programación Neurolingüística (PNL), formación en Hipnosis Ericksoniana, maestría interior en Reiki, Socióloga
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