Mindfulness es el encuentro con lo imperfecto

Decir que mindfulness es el encuentro con lo imperfecto es hacer trampa y lo reconozco. Lo que ocurre es, qué en nuestro mundo, nombrado a través de lenguaje, es muy difícil salirse de las palabras y de los conceptos, por eso la palabra imperfecto, nos aleja de su contraria, lo perfecto.

En realidad, en la práctica de mindfulness vamos más allá de lo perfecto y de lo imperfecto. Nos acercamos, muy suavemente a un lugar, a un mundo, a una existencia que acepta y asume la vida tal y como es. Desde ahí, desde ese lugar que vamos ampliando y ensanchando con la práctica, la vida deja de encuadrarse en perfecta o imperfecta, para empezar a ser sólo Vida.

Según voy escribiendo estas líneas, me doy cuenta de cómo se me agita el corazón y siento algún revuelo por la boca del estómago. Y entonces pienso: ¡qué fácil me resulta escribir esto! Y no es tan fácil, de ahí esas sensaciones… vivirlo, aceptarlo.

Por eso practicar, por eso acercarnos a tener la experiencia de un retiro de silencio y mindfulness, por eso, quizás profundizar con una formación más reglada como puede ser el programa MBSR.

A través de la práctica, vamos adquiriendo una sensibilidad para encontrarnos de una manera más amable con la nuestra vida tal y como es, momento a momento. Nos disponemos desde el entrenamiento de una mente amable y compasiva para vislumbrar el ser humano que somos, un ser humano que no rechaza nada de lo que es, sino, que se acepta como tal.

En mi trayectoria vital me he encontrado muchas veces con el muro de la perfección. Un muro muy alto y duro en algunos momentos de mi vida que me ha hecho violentarme y agredirme y por supuesto, si eres dura/o contigo, lo más seguro es que violentes y agredas a los demás.

El encuentro con mindfulness a través de un programa de reducción de estrés MBSR, me descubrió una manera diferente de estar en el mundo. Fuera de la competición… lejos de la agresión y la auto-agresión, para acercarme a un ser humano, fuerte y vulnerable, capaz de admirarse y alegrarse y también de dolerse y entristecerse.

Por eso el título de esta pequeña reflexión, porque en nuestro mundo “perfecto” todas y todos guapos, jóvenes, sanos, exitosos, con dinero y prestigio… no hay casi espacio para lo “imperfecto” el envejecimiento, la enfermedad, los momentos de paro y poco dinero, la falta de prestigio, la invisibilidad.

La mirada de mindfulness empieza hacia dentro, hacia nuestro interior, vamos poco a poco acercándonos al cuerpo, al corazón, a la mente. Vamos recibiéndonos y acogiéndonos en cada circunstancia de nuestra vida, porque elegimos (me encanta esta palabra) estar presente, vivir despiertas, también para disfrutar y alegrarnos de todas esas cosas grandes o pequeñas que nos sacan una sonrisa de los labios.

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