Mi abuela solía decir con frecuencia este refrán castellano: “dos no se enfadan, si uno no quiere” La verdad si soy sincera, creo que me lo decía a mi directamente y es que durante una época de mi vida era un poco enfadica, o quizás intransigente, a lo mejor también, estricta y exigente, vamos una “joya”. Bueno mea culpas aparte, el refrán está lleno de sabiduría y la verdad es que mi abuela también.
Desde Mindfulness trabajamos las emociones, y cómo no hacerlo, si están impregnando continuamente toda nuestra vida. En Mindfulness, miramos la emoción cara a cara, miramos a ver en qué zona del cuerpo la sentimos, cuáles son las sensaciones físicas que nos provoca, luego intentamos identificar los pensamientos que aparecen, también nuestro diálogo interno y externo y por último pero no menos importante, nuestro comportamiento o lo que hacemos cuando sentimos esa emoción. Sin embargo, todo esto que es muy interesante, que nos llena de sabiduría y autoconocimiento, no puede hacerse sin el primer paso que es abrazar lo que sentimos, sea lo que sea eso que estamos sintiendo, me resulte agradable de sentir o no. Y este es, si me lo permitís, el paso más difícil y el más importante. Abrazar la emoción.
En el caso del enfado, siempre o casi siempre hay un interlocutor con quien estamos enfadados. Puede ser un enfado pequeño o algo realmente grande. Quizás para la otra persona fue algo pequeño sin importancia y para nosotras fuente de un gran sufrimiento. Sí, porque cuando estamos en el enfado, sufrimos y esto es algo que no solemos reconocer. Estar enfadado, no mola, se sufre, esta es la realidad.
Muchas veces, además no sabemos cómo salir del enfado, no nos entrenan para solucionar y gestionar esta emoción difícil. Mindfulness nos dice, ponle conciencia, abraza el enfado, sostenlo respirando conscientemente y observa qué es lo que pasa. Si nos entrenamos de esta manera, lo más seguro es que el enfado pierda intensidad y poco a poco se resuelva solo y deje de sentirme enfadada. Si no es así, que también puede ser, necesitamos poner en marcha el plan B. Así que allá vamos. El plan B de Mindfulness para el enfado, es tener la valentía de reconocernos el sufrimiento que nos está generando, y ser capaz de pedir ayuda. Uffff, difícil también, verdad? Pues sí, pedir ayuda y hablar con la persona con la que estamos teniendo la dificultad. Tener la valentía y la honestidad de decirle a esa persona: me siento enfadada por este motivo, estoy sufriendo, he intentado que se pase pero no lo consigo sola, necesito que me ayudes. Esto creedme va a cambiar la situación totalmente porque es muy difícil que la relación no mejore, que no haya entendimiento. En definitiva, que dos no se enfadan si uno no quiere, o al menos, no quiere continuar con el enfado, porque sólo es fuente de sufrimiento personal.
Mindfulness, Coach emocional, Practitioner en Programación Neurolingüística (PNL), formación en Hipnosis Ericksoniana, maestría interior en Reiki, Socióloga
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