Practicando la aceptación: mindfulness con género

Practicar la aceptación no es fácil, en realidad nada de lo que tratamos desde los cursos de Mindfulness es fácil porque hablamos de lo que es la intimidad de un ser humano. En este sentido, mindfulness no es algo que se aprenda leyendo, ya que es una manera de ser y estar en relación que se entrena con la practica.

La aceptación no es fácil. Es un concepto que en abstracto podemos comprender o aceptar valga la redundancia. Muchas veces se lo indicamos a otra persona como remedio a los problemas que pueda estar pasando. Lo que ocurre como casi todo lo que leemos o nos dicen, es que para que su efecto transformador tenga lugar, tiene que ser verdaderamente integrado, tienes que sentirlo con sinceridad y honestidad y a veces, muchas veces, nuestra mente dice una cosa y nuestro corazón – cuerpo dicen otra. 

La aceptación en la que nos entrenamos las personas que hemos decidido vivir conscientes y aprender cada día, y en cada momento de nuestra vida, no es una aceptación conformista y pasiva. Sabemos que ese tipo de aceptación muchas veces genera lucha interior y un esfuerzo exagerado que son lo opuesto a vivir mindfulness. 

La aceptación de la que hablamos es una manera de dejar estar lo que ya hay en la experiencia que estés viviendo. No se trata de que te guste, de que te sientas bien, no. Se trata de darte cuenta de que ahora, en este momento, esa es tu experiencia externa y sobre todo interna. Aceptando tu clima emocional, sabiendo que cambia a cada instante. Quizás te preguntes el motivo de llevar este nivel de conciencia a una situación que puede ser desfavorable. La respuesta que solo entenderás si lo pones en práctica, es que tal vez, una vez que dejes de luchar y aceptes con todo tu ser que tu experiencia está siendo la que es, tal vez, puedas ver la situación y a ti misma/o con unos ojos nuevos. Y tal vez, y solo tal vez, podrás relacionarte con ella de una manera más saludable y armoniosa para ti. Hay muchas luchas en nuestras vidas, muchas culpas arrastradas de años, tal vez, que necesitan ser soltadas desde una aceptación serena y tranquila. Y en la medida que vas poniendo en práctica esta manera de aceptar, tu mente se vuelve más compasiva contigo misma/o y, con los demás. Y una mente compasiva es una mente mucho más feliz. 

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