Yo quiero ser real y no perfecta. Plantando cara a las creencias limitantes

ninfas

Yo quiero ser real y no perfecta es el grito de guerra que dan las mujeres en mis cursos, talleres y conferencias. Sí, lo has adivinado, yo también lo doy y además las animo.

Yo quiero ser real y no perfecta, es el mantra con el que tendríamos que acostarnos para que nuestro inconsciente recibiese el mensaje durante el sueño y de nuevo, recordárnoslo por la mañana al despertar. Porque estamos hartas de tantos deberías que nuestra querida sociedad, hay perdón, seré más explícita (los mensajes en los anuncios de televisión, me da igual lo que anuncien, la imagen de las presentadoras, de lo que sea…, los comentarios de nuestras madres, tías y abuelas, los comentarios de las amigas del gimnasio, los comentarios de las amigas del colegio, los diseñadores/as de moda, productos de belleza, comentarios en las revistas, comentarios de los grupitos de tíos…las charlas de los grupos de WhatsApp) Bueno lo dejo aquí.

Pues eso, hartas de que por ser mujeres nos patrocinen unas creencias limitantes, de esas, que si te descuidas te destrozan la vida. ¿Crees que exagero?, pues atención:

La primera tanda de creencias que nos inoculan a las mujeres cuando todavía somos niñas tienen mucho que ver con EL PERFECCIONISMO.

Sí, el perfeccionismo, tiene nombre de mujer, cara de mujer, cuerpo de mujer.

Un perfeccionismo que te obliga a ser buena en todo. (Buena madre, por supuesto, buena “esposa”, claro, buena amante, of course, buena en tu trabajo, incuestionable, buen tipo, buen cutis,buena haciendo disfraces, evidente) Vamos que tienes que ser superwoman o si no….prepárate para sentir que no “das la talla”

Perfeccionismo también a nivel emocional, ¿qué cómo es esto?, pues penalizándonos y por lo tanto no permitiéndonos ni el enfado ni la tristeza. Porque ¿cuántas de nosotras hemos escuchado de pequeñas esto de: no llores que te pones fea, no te enfades que te pones fea?. Vaya, que lo de fea es lo peor que te podía pasar y te puede pasar. Y entonces, ahora que ya somos mayores, pues no mostramos el enfado como querríamos, ¿verdad?, nos lo tragamos y tragamos, aguantamos y aguantamos, hasta que Zas! explotamos. O bien, como hienas capaces de comernos a alguien, o hacia dentro, con todo tipo de síntomas internos por no hacer o decir lo que de verdad queremos.

RECUERDA DECIR

Yo quiero ser real y no perfecta

La segunda tanda de creencias que nos joroban la vida un poquito, tienen que ver con el MIEDO. Ya sé lo que me vas a decir, que miedo tiene todo el mundo. Es cierto, pero estos que te voy a mostrar, tienen rostro de mujer.

Miedo a la soledad. Pero no a esa en la que se está tan a gustito, no. Es miedo a quedarte sola, sin pareja, sin nadie que te quiera, sin nadie a quien le gustes. Y claro, empiezan a pasar los años y ya te preguntan con toda la buena intención: ¿ya tienes novio?, ¿no tienes pareja?, ¿no sales con nadie? Pues ahí, a armarte de paciencia y aguante, para no dejarte atrapar por los saldos de todo a 1 euro.

Miedo a ir sola. Muy relacionado con el anterior pero con algunos matices interesantes. Es ese miedo que solo conocemos las mujeres porque nos lo han dicho casi desde siempre: no vayas por ahí sola, vuelve a casa acompañada, ¿pero vas sola?, ¿y no te da miedo?. Claro que nos da miedo, y a cualquiera no, porque todas sabemos, a lo que se refería ese miedo, que es mejor evitar. Y claro, ¿cuántas cosas hemos dejado de hacer?, ¿a cuántos lugares hemos dejado de ir?, por no ir solas, por no volver solas. Cada una tendremos lo nuestro.

Miedo al conflicto. Vaya, a que tú también te reconoces como la eterna mediadora. Oye!, que conste que está muy bien y hasta es una estupenda profesión, pero…y cuando el miedo al conflicto, no te deja expresar lo que quieres, lo que sientes, lo que de verdad te apetece y entonces, cedes una vez, y dos y tres….

Y por último por hoy, pero no menos importante, está el miedo a la opinión de los demás. Un miedo paralizante donde los haya. Es un miedo que te va a aportar inseguridad en casi todo lo que hagas o lo que digas. Es el miedo que ha hecho que pongamos nuestra belleza y nuestro reconocimiento en la mirada del otro. Es el miedo que ha evitado que dieras esa opinión que tenías, el miedo que no te permite vestirte como te gusta, el miedo a hacer eso que realmente te apetece. Porque somos hiper- juzgadas, hiper-miradas, hiper-criticadas por casi todo.

elefante

Así que por eso, si no quieres estar más como el elefantito atado a la estaca creyendo que no puede arrancarla, te propongo que te unas al grito de guerra que damos las mujeres que queremos ser reales y no perfectas y digas bien alto:

real y no perfecta

YO QUIERO SER REAL Y NO PERFECTA y a quién no le guste, que le den.

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