Me gusta caminar por las mañanas mirando al cielo, notando sus cambios, unos días está claro y radiante y otros cubierto de nubes. Pero siempre que lo miro con atención, me parece verlo como si fuera la primera vez.  Luego me fijo en los árboles que visten una gran avenida que hay por mi barrio, están situados a ambos lados de la calle como protegiendo a las personas que caminamos por las aceras.

Pues bien, hoy los árboles de mi barrio estaban apagados, tristones, como si fueran conscientes de que pronto tendrán que soltar su ropaje y presentarse desnudos ante el crudo invierno.

Su color apagado y su aparente falta de vitalidad parecen resistirse ante lo inevitable, ante el ciclo de la vida. Ante la certeza de que TODO CAMBIA.

En unos días, aceptarán este cambio y al no resistirse, desplegarán su belleza otoñal y ese color apagado, ahora indefinido, se transformará en toda la gama de rojizos y ocres para mi deleite.

¿Nos pasará a nosotros esto también? me pregunto: ¿Qué pasaría si aceptásemos la premisa de que TODO CAMBIA y que por lo tanto, una de las lecciones más importantes que tenemos que aprender es a saber soltar, para poder DISFRUTAR de lo nuevo que surge en cada instante.

Esto no significa que no podamos AMAR o que no podamos tener CERTEZAS, por supuesto que sí. Pero también significa AMAR desde la FLEXIBILIDAD, desde la certeza del cambio y la transformación, y para ello, tenemos que saber soltar, ADAPTARNOS y permitir a los demás que también hagan su muda, que suelten y cambien sin el miedo a perdernos.

Sí, a veces no nos permitimos cambiar y soltar por miedo a lo que los demás pensarán. Tendemos a penalizar el cambio porque nos gusta vivir en la ilusión de que todo permanece, pero no es así, la naturaleza nos lo recuerda en cada estación y la vida también. Coge una foto y mírate al espejo, cada día que pasa, nuestras células se transforman, esa es la magia de la vida. Siempre ofreciéndonos NUEVAS OPORTUNIDADES para elegir quién SER, cómo VIVIR, cómo AMAR.

Cuando todo cambia, hay que saber soltar sin miedo, con la certeza de que siempre hay un nuevo RENACER.