Una de las cosas que más me llamó la atención hace más de 10 años cuando entré en el mundo del mindfulness y comencé a meditar, es que podía hacerlo en cualquier momento.
Yo asistí a un curso de 8 semanas de mindfulness para la reducción de estrés, MBSR con mi cabeza llena de creencias sobre mí, sobre los demás y sobre la meditación.
Pronto aprendí, de hecho, fue ya en la primera sesión, que meditar significa estar plenamente presente de manera intencionada, momento a momento. Significa esto, que empiezas a darte cuenta de por donde anda tu mente – corazón y puedes hacer algo con ello; en realidad lo que podemos hacer, nada más y nada menos, es elegir.
La presencia es lo contrario de ir en piloto automático. Y da igual, la tarea que estás haciendo.
Puedes conducir en piloto automático o con plena atención.
Puedes caminar en piloto automático o estando presente.
Puedes escuchar de “aquella manera” o elegir atender de verdad a la persona que te habla.
Podríamos seguir casi infinitamente con cualquier actividad de nuestra vida cotidiana. Por eso hoy quiero hablarte de el entrenamiento o la meditación informal que podemos realizar comiendo una ensalada.
En las clases de mindfulness del MBSR, nos comemos una pasa. Una pasa, es un alimento sencillo, que no requiere elaboración y que es fácil de conseguir. Hay muchas maneras de comerte una pasa, pero solo una estando plenamente presente.
Volvemos a la ensalada y, confieso aquí, que es mi “comida mindful” preferida.
Una ensalada puede ser tan variada como queramos. Podemos llenarla de colores diferentes, de diferentes texturas y sabores.
Una ensalada variada, incluso divertida y alocada, permite que cada bocado sea un mundo casi único de sensaciones en la boca. En esta ensalada que te presento, puse diferentes lechugas, zanahoria cruda en rodajitas finas, tomate de ensalada y tomate cherry, un puñadito de garbanzos cocidos, tiras de cebolla dulce, pepino en finas rodajas y un huevo duro cortado en cuartos, trocitos de tofu dorado en salsa de soja, un puñadito de nueces peladas y, por supuesto, AOVE , sal y toque de pimienta.
Lo primero que ocurre cuando te la sirves en el plato es que el color te embriaga literalmente. Verdes, cremas, rojos, mate, brillo… La ensalada alimenta la vista y nuestra vista necesita ser alimentada para estar saciada. Mirar es importante, recuérdalo. Enseguida, tomas la decisión de coger algunas partes con el tenedor, y entonces puedes darte cuenta de que vas eligiendo, hay una intención en cada bocado. Llevarlo a la boca y dejar que la lengua explore, es casi un acto sublime, luego, participa ya toda la boca, los dientes, las muelas hacen su trabajo y el sabor va cambiando en la boca a medida que son masticados y tragados los diferentes ingredientes.
Puedes comer una ensalada en piloto automático, quizás veas algo, notes algo, pero cuando te quieras dar cuenta, quizás ha desaparecido la mitad de tu plato.
También puedes elegir entrenar tu atención comiendo consciente, dejando que todos tus sentidos estén presentes. Meditarás y además te saciarás y te sentirás más satisfecha/o.
Mindfulness, Coach emocional, Practitioner en Programación Neurolingüística (PNL), formación en Hipnosis Ericksoniana, maestría interior en Reiki, Socióloga
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