Habla compasivamente: mindfulness con género

Hemos perdido la capacidad de decir las cosas con calma y desde la calma. Con frecuencia nos irritamos con demasiada facilidad. Mindfulness no es decir a todo que sí, ni ser especialmente buena o bueno, sea lo que sea, que significa esto. Mindfulness es llevar consciencia momento a momento, sin juicio y con amabilidad. Si llevamos esta capacidad a nuestras relaciones, a nuestra vida, a una vida humana repleta de situaciones que tienen que resolverse desde la comunicación, es decir, desde el habla y desde la escucha, quizás nos encontremos con una manera nueva de vivir en comunidad.

Hace años, yo sentía que tenía “la escopeta verbal siempre cargada”, siempre dispuesta para una réplica rápida, certera, punzante, siempre con alguna idea de quedar por encima, o directamente tener la razón. Desde que me acerqué a esta disciplina de la consciencia, a esta nueva manera de vivir, muchas cosas han ido cambiando, pero quizás una de las más evidentes sea, la manera de hablar y mi capacidad de escucha.

Comunicarnos tiene mucho que ver con lo que sentimos en cada momento y mucho que ver con darnos cuenta de lo que sienten las personas que tenemos enfrente. Podemos arrojar nuestras palabras, incluso aunque sean verdad, como un jarro de agua helada y no servirán de mucho, incluso, a veces, empeorarán la situación. Si vivimos conscientes, podremos elegir el momento más adecuado para hablar, un momento desde la calma y la tranquilidad. Suele decirse que si te sientes en llamas, llena del fuego de la rabia, si hablas, quizás incendies todo. Y esto no quiere decir que no podamos sentir rabia, quiere decir que desde la consciencia, podemos gestionar esa rabia.

Desde mindfulness entrenamos el habla correcta, elegimos decir la verdad de manera que esta pueda ser entendida y recibida. Elegimos estar presente mientras escuchamos a las otras personas. Elegimos no dañar con nuestras palabras, porque al igual que todo lo que hacemos, nos invitamos a teñirlo de amabilidad.

Y esto no es fácil, yo lo sé bien y, hay veces en las que “la escopeta” se dispara o la noto ahí, a punto de hacerlo. Pero también sé, que puedo darme cuenta, sé, que, si voy consciente y tengo presencia, podré reconocer la reactividad de mi mente – corazón. Por eso, cuando no estoy segura de hablar desde la calma y la compasión, hago una pausa, respiro conscientemente y me hago presente, desde ahí, hablo o escucho, desde ahí la intención de no dañar y hablar compasivamente está presente.

Para hablar conscientemente debemos a veces, practicar el silencio. Cuando hacemos silencio, podemos darnos cuenta de cómo todo el rato surgen palabras en la mente y no siempre tienen que materializarse en forma de voz o de palabras escritas. La consciencia, mindfulness nos ayuda a relacionarnos de una manera más amable y compasiva con nosotras/os y con el mundo.

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