Vivimos inmersas en un mundo que va muy deprisa. Hay prisa en los trabajos, hay prisa en las relaciones, hay prisa a la hora de comer… Todo lo queremos para ya, inmediato. Las nuevas tecnologías y los procesadores de información cada vez más rápidos, nos han hecho creer que esperar un minuto es perder el tiempo.
Mindfulness va contra esta máxima de todo ya, todo deprisa, todo inmediato.
La práctica de mindfulness, su entrenamiento para aplicarlo a la reducción de estrés, al autocuidado, a la gestión del dolor físico y emocional, a las relaciones familiares, al crecimiento personal, es más comparable a una carrera de fondo. Cuando entramos en una formación no se nos dice que vayamos a obtener una varita mágica, ni si quiera una herramienta concreta que aplicar en un caso concreto, no. Lo que obtenemos es sabiduría, y la sabiduría requiere tiempo, requiere compromiso y calma.
Obtenemos sabiduría como un potente recurso interno válido para Vivir. Lo escribo en mayúsculas porque abarca todo lo que puedas imaginar, cualquier situación en la que te puedas encontrar.
Mindfulness nos invita a Detenernos, Serenarnos, Descansar y Curarnos o Sanarnos.
Nos detenemos y elegimos bajarnos de la autopista o del tren de alta velocidad. Esto es sencillo, pero no es fácil, y a veces, se nos hace muy pero que muy difícil. Aparece esa sensación de “pérdida de tiempo”, aparecen esos hábitos potentemente grabados que nos llevan a pasar de una actividad a otra, de un deseo a otro, aparecen esos pensamientos de “para qué me tumbo 45’ a contemplar y sentir mi cuerpo y todas esas sensaciones que aparecen” Jon Kabat – Zinn dijo, que entrar y seguir un programa de reducción de estrés basado en Mindfulness es un acto radical y valiente, yo lo confirmo en cada curso que imparto, y cada vez que yo me siento a practicar.
Pero es que solo desde ese detenerte puede surgir la serenidad. Serenamos el cuerpo e invitamos a la mente también a serenarse. Es una invitación, recuerda que no hay varitas mágicas, así que empezamos a relacionarnos con nuestra mente, a conocerla, a investigar desde la aceptación de la experiencia y la curiosidad amable. Desde esa serenidad, podemos relacionarnos con todo lo que surja en la mente por muy desagradable que sea o por muy atractivo que sea.
Desde esa serenidad, la mente va empezando a descansar, comenzamos a dejar de luchar con los pensamientos y emociones y dejamos a un lado el esfuerzo de conseguir algo. No es una rendición, es pura sabiduría y aparece también una sensación de libertad al no dejarte arrastrar por lo inmediato, por la emoción, por la energía desbocada.
Desde ahí, y solo desde esa serenidad, podemos llegar a una compresión profunda que puede ser profundamente sanadora.
Por eso meditamos para reducir el estrés, porque en esta vida, una de las mayores necesidades del ser humano es la de parar, aquietarse, comprender y desde ahí, sanarse.
Mindfulness, Coach emocional, Practitioner en Programación Neurolingüística (PNL), formación en Hipnosis Ericksoniana, maestría interior en Reiki, Socióloga
Este sitio web utiliza cookies. Si continúa navegando acepta nuestra política de cookies.
ACEPTAR
Sorry, the comment form is closed at this time.