Hoy quiero escribir sobre el silencio, porque este fin de semana he tenido la oportunidad de experimentarlo de nuevo y de reflexionar sobre ello en el retiro que tuvimos en Ávila sobre las claves de mindfulness para una vida consciente.
Me surgen preguntas sobre el silencio: silencio de quién, silencio de qué y silencio para qué.
Preguntas potentes que voy a intentar responder, siempre desde mi experiencia personal y también compartiendo reflexiones de otras personas que también han experimentado ese silencio.
Lo primero es averiguar quién se calla. Parece muy obvio, pero cuando empiezas a hacer silencio y no compartes con las personas que te rodean la palabra o los gestos, te das cuenta de quién es ese yo que se está callando. Cuando no hablamos, no sirven tus estudios, o tus roles o tus logros o tus defectos o tus… Solo queda un cuerpo, una mente – corazón, que afronta la vida momento a momento. Ahora estoy de pie, ahora me tumbo, ahora como, ahora me siento a recibir el sol… Perder los apoyos sociales puede dar vértigo porque no estamos acostumbradas, pero también te aseguro que es liberador. Entras en contacto con tu ser, tal como es, sin adornos, sin carencias y te entregas a la vida con plenitud sin mediaciones de títulos familiares, académicos o profesionales.
Lo siguiente es saber silencio de qué. La verdad es que hacemos silencio de lo único que podemos “controlar”. La palabra oral, escrita, la lectura, la música, los gestos, la mirada, silencio digital, ni móvil, ni internet. Hacemos silencio de todo eso, para prestar atención amable y compasiva hacia lo que no podemos controlar y por lo tanto no es fácil de callar. La mente. Nuestra mente humana tiene la capacidad innata de ser plenamente consciente, pero en el día a día, con las prisas, las exigencias, los ruidos, las distracciones, no le prestamos atención. Es como ir de viaje sin saber en qué medio de transporte vas. Sólo te dejas llevar y vas parando dónde te indican. Conocer la mente, su funcionamiento, dónde se queda atrapada, qué le gusta o rechaza, qué pasa si no cedes… todo esto se averigua en el silencio amable y compasivo.
Finalmente, silencio para qué. Pues para preparar el contenedor que sostenga la práctica de meditación y consciencia. Silencio para conocerte, para quererte, para amarte incluso. Pablo d’Ors nos dice en su “Biografía del silencio” que “el silencio es solo el marco que posibilita todo lo demás. ¿Y qué es todo lo demás? Lo sorprendente es que no es nada, nada en absoluto: la vida misma que transcurre, nada en especial. Claro, que digo nada, pero muy bien podría también decir todo”. Practicar meditación es tirarse de cabeza a la realidad, es como darse un baño de ser, sin espuma, ni adornos, así tal cual eres, sin nada más que añadir.
Mindfulness, Coach emocional, Practitioner en Programación Neurolingüística (PNL), formación en Hipnosis Ericksoniana, maestría interior en Reiki, Socióloga
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