¿Te gustaría saber las 3 cosas que debemos evitar cuando hablamos de emociones?

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Estas son las 3 cosas que debemos evitar:

1- Ignorarlas o reprimirlas

2  Controlarlas

3- Desbordarlas

Por eso cuando hablamos de inteligencia emocional, no hacemos referencia a ninguno de estos tres comportamientos. Te cuento por qué:

Ignorar las emociones es un autoengaño interesante. Y hay a quien le funciona bien, pero con un recorrido muy corto, porque al final están ahí. Nos afectan aunque no queramos verlo y claro, luego vienen las consecuencias.

¿Quieres saber cuál es la fundamental?

La consecuencia fundamental es que las somatizamos y en nuestro cuerpo empiezan a aparecer multitud de síntomas molestos que nos complican la vida. Dolores de cabeza, a veces incluso desde primera hora de la mañana, dolores musculares, malestar general, problemas digestivos… y yo no digo que no puedan tener una causa física pero mi experiencia me dice, que muchas veces lo que hay en el fondo es una causa emocional.

Por ponerte algunos ejemplos: Enfados sin resolver, a veces incluso arrastrados de años. Nuestro cuerpo nos pide a gritos resolverlos u olvidarlos y pasar página, pero no, ¿para qué le vamos a hacer caso? y así, nuestro enfado continua activo y cada vez que lo recuerdo, mi cerebro y mi cuerpo lo reviven a nivel emocional una  y otra vez incluso con la misma intensidad que el primer día.

También puede ocurrir con una tristeza profunda porque nos negamos a hacer un duelo y desprendernos de una vez por todas de algo o de alguien. En este caso puedo tener un malestar que se traduzca en falta de energía para hacer incluso las cosas más sencillas. Me costará empezar nuevos proyectos o hacer nuevas amistades o empezar una nueva relación por ponerte un ejemplo.

Reprimir las emociones o controlarlas también es bastante común. Aquí la diferencia es que sí me doy cuenta de que algo me pasa, pero me hago un lavado del cerebro  a nivel emocional y tiro para adelante. A veces la presión que ejercen es tan fuerte que estallo en una explosión de ira, o me quedo totalmente paralizada por el miedo. Mis emociones me han estado dando pistas, pero no he escuchado y al final, es muy probable que también las somatice.

La siguiente opción es desbordarlas, es decir dejarse arrasar por ellas. Esto ocurre cuando pierdo el control absoluto, sin fuerzas ni ánimo para averiguar que ha pasado realmente y me centro en el síntoma. El llanto suele ser el tipo más claro de desbordamiento emocional. Es más liberador que reprimir o ignorar, pero me sigo quedando sin pistas, sin información. También puede aparecer con el enfado, cuando suelto mi ira sin ton ni son, casi con cualquier cosa que me molesta. Expreso mi emoción, pues sí, pero ¿a qué precio?

Lo inteligente cuando hablamos de emociones es saber gestionarlas para convertirlas en nuestra guía interna. Lo primero de todo es darnos cuenta de que están ahí, sentirlas, luego en vez de mirar para otro lado, desbordarlas o controlarlas, lo más inteligente es saber qué me están pidiendo y cómo puedo dárselo.

Comments2.681
  1. Belen noviembre 30, -0001   

    Gracias Elena por tu comentario. Sólo puedo darte la razón, ya que gestionar las emociones propias y además del equipo no es tarea fácil, sin embargo la recompensa que obtenemos es muy elevada.

  2. Elena Vargas noviembre 30, -0001   

    Si gestionar las emociones propias es tarea difícil, esta se complica aun más cuando a la vez tienes que ayudar a gestionar las emociones a otros. Maneja expectativas, estados de ánimo, costumbres adquiridas y añádele tus propias emociones… La gran diferencia entre los directivos y las directivas es nuestra capacidad para sentir las emociones en nuestro entorno, eso nos hace sensibles, a alguno le puede parecer que débiles, a veces nos hace difíciles, pero firmemente creo que nos enriquece, y creo que hace que nuestra forma de dirigir equipos sea distinta (generalmente, y soy consciente de que las generalidades no son ciencia exacta). Escuchar, preguntar, observar, prestar atención a detalles y ayudar a nuestros equipos a aprender a gestionar sus emociones, todo esto sin perder de vista las nuestras propias es la gran tarea que marca la diferencia… Y cómo cansa!

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