Y tú, ¿qué cultivas en el jardín de tu mente?

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Cuenta la leyenda que al nacer todos los bebés venimos al mundo con un kit de jardinería y un jardín abonado listo para ser cultivado.

Al principio, como somos muy peques, no podemos hacer demasiado y son otras personas las que sin darse cuenta empiezan a plantar en nuestro jardín. Pero bien pronto, mucho antes de lo que pensamos, ya podemos empezar a manejar el kit de jardinería y comenzar a sembrar nuestras semillas. Siempre sembramos lo mejor que podemos y solemos plantar las semillas que más utilizamos, con las que aprendemos a manejarnos. Por ejemplo: si sentimos muchas carencias, nos sentiremos en falta y puede que sembremos semillas de enfado, de rencor, de rabia, de tristeza, por el contrario, si obtenemos cariño y atención, alguna semilla habrá de enfado, pero sobre todo, cultivaremos semillas de tranquilidad, de amor, de atención.

 Así continuamos hasta el fin de nuestros días. Lo que ocurre es, que a medida que vamos creciendo, disponemos de más capacidad para elegir qué cultivar en el jardin de nuestra mente.  Y aquí aparece el tema de nuestra responsabilidad en lo qué sentimos y en cómo nos sentimos ante determinadas situaciones. Por ejemplo: ante una situación en la que me he cruzado con alguien conocido y no me ha saludado. Yo puedo sentir enfado, rencor, porque puedo tener un pensamiento del tipo, (qué se habrá creído, cuando lo vuelva a ver, me cambio de acera) y además pensar que tal persona es …… Con este pensamiento, casi en bucle que supongo que os resultará más o menos familiar, lo que hago es aumentar las semillas del enfado y el rencor en mi jardín. Si por el contrario, ante al misma situación, elijo pensar (pues si que tiene que estar agobiado, si ni siquiera me ha visto, en cuanto tenga un rato, le doy un telefonazo y le pregunto cómo está). Con esta actitud, os aseguro que siembras un montón de semillas de alegría, de compañerismo, de atención, de cariño.

La situación es la misma, pero yo elijo. Ah! ¿y sabes qué? pues que además, cuenta la leyenda, que el terreno del jardín, va acostumbrándose  y cuantas más semillas tenemos de algo, más fácil es que agarren las del mismo tipo. Por eso ocurre, que si me enfado con frecuencia, tendré tendencia a enfadarme más, mientras que si cultivo el amor y la alegría, tendré tendencia a fijarme en eso y no en otras cosas.

Por eso te pregunto: ¿qué semillas quieres cultivar en el jardín de tu mente?

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