Las cosas más mágicas duran instantes

¿Te has fijado que las cosas que solemos calificar como mágicas, increíbles, preciosas, bellas, etc., duran tan solo unos instantes?

Durante esta Semana Santa he prestado especial atención a esto y me he dado cuenta del enorme aprendizaje que podemos extraer de ello.

Por las mañanas en el paseo matutino con mi perra Ada, podía contemplar la luz del amanecer, un ligero tono rosa pastel en las nubes del cielo. Un instante, y ya, se acabó, el sol aparecía fuerte y radiante por encima de la montaña y todo cambiaba.

Por la tarde me gustaba ir a ver el atardecer, de nuevo, una sucesión de pequeños momentos cambiando los colores poco a poco, tiñendo los campos y el cielo, de rosa, rojo, naranja, amarillo, morados… momentos llenos de sensaciones, instantes imposibles de atrapar, por muy buenas cámaras que tengamos.

Sentir la brisa en la cara es un instante. Sentir el calor de alguien que te da la mano, es un instante.

Una mirada llena de ternura o amor es un instante.

Ver brotar las primeras hojas en un árbol es un instante. Admirar las primeras flores son instantes.

Disfrutar del sabor de un café sentada en el porche, es un instante.

Podría seguir y quizás llenar hojas y hojas, y estoy segura de que tú puedes hacer lo mismo.

La presencia momento a momento nos permite darnos cuenta de que la vida son Instantes, pequeños momentos que aparecen y se desvanecen. Con la práctica y el estudio de mindfulness elegimos vivir presentes y conscientes y nos damos cuenta de que no podemos atrapar nada, que todo es pasajero, pero esta certeza, lejos de ponernos tristes, nos da la energía necesaria para vivir intensamente cada momento.

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