No saber: mindfulness con género

Hubo un momento en mi vida en el que abrí espacio para el no saber. Atrás quedaron los días de seguridad, de creerme invencible, aunque por dentro temblara de miedo. El no saber, se abrió paso con rapidez, como si siempre hubiese tenido la puerta abierta. Todo mi ser disponible para no saber. El camino allanado con años de mantener la compostura, años tomando decisiones, ofreciendo opiniones, dando consejos, pariendo ideas.

Lluvia de ideas dentro de mi cabeza y corazón… y ahora, No sé. O tal vez, ahora simplemente sé, que poco sé.

Mindfulness, el encuentro con la mente amplia, amable y compasiva, me abrió los ojos a la vida completa, a la vida que incluye el no saber. Simplemente, despojándome de la idea, creencia, de ser la que siempre lo hace bien.

Perfectamente imperfecta me siento ahora, siempre lo fui, ciertamente, pero ahora lo sé.

Así que simplemente dispongo el espacio y abro la puerta. Si llaman, no sé. No es debilidad, me siento más fuerte que nunca, aunque ya no sé qué es ser fuerte y qué es ser débil. Ni eso, sé. Y me siento bien, a veces… otras veces, no y sigo sin saber…. Y está bien. Lo puedo acoger, acunar entre mis brazos, cantarme una nana y dormir o simplemente despertarme y existir.

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