Me siento en paz: mindfulness con género

Hace unos días al salir de una de las sesiones de mindfulness, una mujer me dijo: Belén, me siento en paz.

Escuchaba esta frase mientras se me dibujaba una sonrisa en los labios y todo mi ser vibraba en resonancia con ella. Decir, me siento en paz, es algo muy potente y poco común en nuestros días.

Solemos utilizar frases del tipo: me va bien, estoy bien, tirando. Buenos, ahí vamos… pero decir: me siento en paz, no es tan común.

Cuando decimos me siento en paz, estamos conectando con unas sensaciones muy profundas, son tres palabras que salen de lo más hondo de nuestras entrañas. Conectan automáticamente nuestro cerebro y corazón, la mente y el cuerpo, el sentir y el pensar. No son palabras que digamos a la ligera.

A mí me salen cuando estoy tranquila sentada en una piedra, rodeada de árboles, escuchando el trino de los pájaros. Me siento en paz, implica sosiego, contento, calma, una felicidad sin burbujas, serena, pausada.

Cuando sentimos paz y decimos me siento en paz, algo se aquieta, el deseo, el ansia el poseer, el cambio, la búsqueda, se quedan sin sujeto y sin objeto. Solo estás tú. Tú con todo lo que te rodea, toda tu vida sin excepción.

Decir me siento en paz, nos habla de conexión, de permanencia, de encuentro sereno con una misma, del gusto por estar con una misma.

Sentirse en paz, no cierra los ojos ni tiñe la vida de rosa, al contrario, sabes exactamente dónde estás, cuáles son tus circunstancias, lo ves con claridad y por eso, no te dejas llevar.

Aparece la ecuanimidad en tu vida, y así puedes decir: me siento en paz.

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