Dejarlo ir o dejarlo estar: mindfulness con género


Recientemente he estado en un retiro de silencio y práctica de mindfulness en compañía de una de las personas del mundo del mindfulness que más admiro. Me refiero a Bob Stahl que además guiaba el retiro junto a su mujer Jan Landry, ambos profesores de MBSR con dilatada experiencia en el campo de la enseñanza del mindfulness y de su práctica.

Con Bob Stahl tras finalizar el retiro de silencio

Conocí a Bob hace unos años, en mi segundo retiro de silencio. En esa época pasaba por un momento difícil a nivel emocional, cuestionándome y criticando decisiones que había tomado con más o más bien menos acierto. El caso es que estaba dolida, dañada, me sentía herida y no hallaba consuelo porque de lo que me sentía más incapaz era de perdonarme. Y esto me torturaba la mente haciendo que volviese una y otra vez, sin poder encontrar una solución en la que hallar consuelo. En ese retiro tuve una larga entrevista personal con Bob. Su cercanía, su presencia, su amabilidad, su enorme corazón y también la necesidad de compartir algo que me asfixiaba por dentro, hicieron que me abriese y compartiese mi pesar con él. Mientras le contaba podía sentir su escucha atenta, su comprensión, su amor, su consuelo….y al final solo me hizo dos sencillas preguntas: ¿Has pedido perdón sinceramente? ¿Tienes el compromiso firme de no volver a hacerlo? Mis dos respuestas afirmativas entre las lágrimas que corrían por mis mejillas iluminaron su cara o al menos eso me pareció a mi. Sonrió suavemente y me dijo, ahora ya eres una guardiana del mundo. 

Ya está. Así de sencilla es la práctica del mindfulness.

En ese retiro tomé conciencia de que es imposible no dañar, incluso a nuestros seres más queridos. A veces es intencionado y otras veces dañamos sin darnos cuenta, pensando que hacemos lo mejor para otra persona y no es así. Vivir mindfulness, que para eso nos formamos y hacemos los cursos y practicamos nuestras meditaciones, es estar en contacto con la experiencia del momento presente tal y como es esa experiencia sin reaccionar de manera automática y pudiendo responder de una manera amable y que nos cuide ante la situación. Unas veces la experiencia será agradable y otras no pero en esto consiste la práctica. Aprendemos a entender y conocer nuestra mente y empezamos a saber gestionar lo que nos va presentando en cada momento. La mente es poderosa y caprichosa pero no siempre nos aporta lo mejor en cada momento, por eso aprendemos a no hacerla tanto caso. Sin embargo a veces hay que aceptar que la hemos fastidiado o que la situación es la que es. La aceptación es difícil y en realidad no siempre es posible. Por eso en este segundo retiro con Bob y Jan, he aprendido que cuando no es posible aceptar, al menos podemos acercarnos para comprender lo que nos está pasando. Y si no podemos dejarlo ir, soltarlo, que es otra de las actitudes que cultivamos en mindfulness, quizás lo más válido en ese momento sea dejarlo estar. A veces ponemos tanto empeño en que algo se vaya, en que desaparezca que estamos en un continuo estado de lucha con nosotras mismas. En esos momentos, mindfulness también nos dice: prueba a dejarlo estar y contacta con la experiencia del momento presente, vuelve a tu cuerpo y siente, el viento o el calor y la humedad del sudor, tu postura y el contacto de los pies sobre la tierra. No hay que hacer nada más, no hay que conseguir nada más, tan solo Let it Be como dice la famosa canción de los Beatles y como aprendí de Bob Stahl.

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