Cuando vamos más allá del cojín de meditación, permitimos que esa mente – corazón que entrenamos en el cojín, en la silla, en la esterilla, vaya permeando la cotidianidad de la existencia. No es buenismo, lo digo muchas veces en las clases, de hecho, si te pasa como a mí, esa consciencia, muchas veces te devuelve con nitidez una mente reactiva, llena de emociones desagradables.
En concreto cuando utilizamos posturas sencillas de Hatha Yoga que tienen, probada eficacia para cuidar de los músculos y articulaciones y, de las que sabemos, que realizadas desde las actitudes de mindfulness pueden ofrecer un espacio de cuidado y de entrenamiento de la atención plena, lo que hacemos es explorar el cuerpo de una manera muy similar a como lo hacemos en las posturas de quietud. Podríamos decir, que, en realidad seguimos meditando y que la práctica meditativa de atención consciente y amable al cuerpo continúa
La práctica de la consciencia amable es una invitación constante a reconocer, a sentir, a la presencia. Cuando estas cualidades aparecen juntas, es muy probable que surja una mirada apreciativa que sea capaz de reconocer la belleza, lo bueno, lo amable, lo milagroso de muchos instantes que transcurren en nuestra vida.
Hubo un momento en mi vida en el que abrí espacio para el no saber. Atrás quedaron los días de seguridad, de creerme invencible, aunque por dentro temblara de miedo. El no saber, se abrió paso con rapidez, como si siempre hubiese tenido la puerta abierta.
¿Sabías que cuando no eliges prestar atención, tu mente se encuentra paseándose tranquilamente por la RND (La Red Neuronal por Defecto)? Cuando empezamos a meditar tomamos consciencia de toda esa actividad de la mente que en forma de pensamientos nos bombardea. Es una mente que divaga, que se mueve a veces muy rápido de un pensamiento a otro
Cuando has saboreado esa mente espaciosa, amplia y clara sabes que es posible. Ya no son palabras bonitas que lees o que escuchas de alguna persona. Sabes por tu propia experiencia que es posible, que tu mente tiene la facultad de ampliarse, de clarificarse de ser bella y llenarse de amor.
Meditar, requiere tiempo, dedicación, voluntad e intención y, quizás, renunciar a alguna otra cosa que podrías hacer en ese momento. Sin embargo, muchas personas meditamos, somos muchas personas las que cada día o varias veces a la semana, o quizás en algún retiro, decidimos y elegimos entre otras muchas cosas, sentarnos en silencio a meditar.
Hoy quiero escribir sobre el silencio, porque este fin de semana he tenido la oportunidad de experimentarlo de nuevo y de reflexionar sobre ello en el retiro que tuvimos en Ávila sobre las claves de mindfulness para una vida consciente. Me surgen preguntas sobre el silencio: silencio de quién, silencio de qué y silencio para qué. Preguntas potentes que voy a intentar responder, siempre desde mi experiencia personal y también compartiendo reflexiones de otras personas que también han experimentado ese silencio.
Nos estamos convirtiendo en la sociedad de la mente hiperactiva, todo el día activada, saltando muy deprisa, de un lado a otro, incapaz de permanecer 20’ en silencio centrada. Mindfulness como sabes, es una capacidad innata de nuestra mente -corazón. Es la capacidad de ser plenamente consciente momento a momento. Es la capacidad que nos permite vivir de verdad cada momento con todos los sentidos, incluida la propia mente.
¿Te has fijado que las cosas que solemos calificar como mágicas, increíbles, preciosas, bellas, etc., duran tan solo unos instantes? La presencia momento a momento nos permite darnos cuenta de que la vida son Instantes, pequeños momentos que aparecen y se desvanecen.
Mindfulness, Coach emocional, Practitioner en Programación Neurolingüística (PNL), formación en Hipnosis Ericksoniana, maestría interior en Reiki, Socióloga
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